Nala o la Ira de Dios

Y es que los dioses siempre han sido muy envidiosos de los humanos. En cuanto alguien saca los pies del tiesto te mandan una plaga bíblica o a un aguilucho que te repicotee los higadillos  para toda la eternidad.
Pometeo encadenado
En mi caso, me han enviado a Nala. Y mira que mi mujer y yo nos habíamos jurado por nuestros muertos que nunca jamás volveríamos a tener un perro en casa pero aquí nos tienes y es que somos mu blandos.

Nala lleva tres días en casa y nos ha revolucionado la existencia. Si abres el lavavajillas ahí está ella empeñada en meterse entre los platos y las cacerolas. Si te cambias de zapatillas ahí que va ella como una flecha robándote una de ellas, Las macetas son su debilidad y si te pilla meando se empeña en meter la cabeza en la taza con lo que te encuentras en la disyuntiva de mearte fuera o mearle al bicho encima y claro, La tía ya ha aprendido (más o menos) lo del sit a cambio de una chuche perruna pero lo del pis aun no lo lleva muy bien y en cuanto te descuidas te encuentras un charquito en el rincón más insospechado de la casa (yo creo que tiene poderes porque intentamos tener las puertas cerradas) mientras los periódicos solo le sirven para destrozarlos en pedazos.

Prometeo de andar por casa a punto de ser devorado 
En mi casa en el pueblo esto se solucionaba con un zapatillazo o un buen puntapié, pero la joia se te queda mirando con unos ojitos grandes negros y redondos y una cara de no haber roto un plato que te desarma y ahí estoy yo a las tres de la madrugada en calzoncillos, en una silla de la cocina por no crear un conflicto vecinal y para que el resto de la familia ronque tranquila, con una mano en el ordenador y otra acariciándola . Mi hija yendo a clase con una mochila meada y un alambre del aparato dental destrozado (ni me preguntéis como. Prefiero no saberlo), mi hijo con ojeras y los brazos arañados y mi mujer replantando cactus.

Y ella, pues ella tan contenta: Destrozando enchufes, cordones y botones haciendo su papel de plaga bíblica con su preciosa carita perruna, torpona y patosa, dándose de cabezazos contra la mesita de cristal, jugueteando a pillarse el rabo o trotando más que corriendo como un caballo de Atila menudo y peludo entre tus pies.

Bienvenida a casa, Nala.


Comentarios

  1. Es muy buena entrada. Está claro que un animal revoluciona todo en la casa, pero por otro lado os demuestra el afecto, el cariño y su agradecimiento por vuestra atención. En otro sentido, os da vidaaaa

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