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Insignificantemente grande

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  Atardecer en O Miradoiro da Cruz de Lobeira y toda la ría, tachonada de bateas, desde el puerto de O Grove a Rianxo, la isla de Ons, y la de Arousa con su larguísimo puente, cordón umbilical con la península, y otras más que no soy capaz de nombrar, se desdibujan suavemente en el horizonte bajo un suave orballo que nos obliga a ponernos los chubasqueros. Una cruz y dos placas en la roca recuerdan, una, el naufragio del buque escuela inglés The Serpent en 1890, en el que perecieron 175 marineros de los que solo 142 cuerpos mutilados fueron vomitados por el mar, a lo largo de los 45 días siguientes y pudieron ser enterrados en lo que hoy se llama el cementerio de los ingleses en Camariñas. Los demás, nunca aparecieron. La segunda placa, es un recuerdo para tantos y tantos náufragos muertos o desaparecidos en Rías Baixas. Se me ocurre pensar, que esa segunda placa, por extensión, bien pudiera ser también, un recuerdo y homenaje a todas las víctimas de esos otros naufragios sin mar. Náuf

La Diosa Madre y las Vírgenes de Agosto

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Como cada 5 de agosto, en las primeras horas del día, el campano de Juan recorre el pueblo  de punta a punta, dejando ecos de auroras por las esquinas y un aroma a café recién hecho  que los vecinos ofrecen a su paso. Aquel otro 5 de agosto también cantó la aurora y también bandearon las campanas de la  iglesia a fiesta grande, mientras nos preparábamos para recoger los resultados médicos de  madre. En el camino estalló una tormenta de verano que nos obligó a parar bajo un puente. Un  mal presagio. La Diosa, señora de las tormentas, había hablado: era Cáncer estdío III. Mal  pronóstico. Aquel 5 de Agosto, como éste, la albahaca recién cortada de luís esperaba la hora de la  Salve, a que los vecinos se lanzaran sobre ella, para conseguir un ramo protector. La plaza  entera se llenaba de ese olor denso y dulzón en un acto, seguramente, reflejo de otros ritos  mucho más antiguos y complejos de purificación y protección. Madre colocaba la albahaca bendecida bajo el colchón de la cuna de su

Del Amor y el Desamor.

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Imagino el mar que nunca tuve. Una barca varada en espera de la siguiente  marea y una hoguera en la que arrojar todos los recuerdos hasta convertirlos  en humo, entre llamas que se elevan y crepitan rompiendo el suave rumor  acompasado de las olas. Ya ves a lo que hemos llegado, amor. Un chiste mal contado:  “Baja el telón y se apagan las luces como se apagan los sueños ¿Cómo se  titula la película?”  Ahora que nuestras miradas se rehúyen como gaviotas sin rumbo y el alegre torrente del deseo,   es ahora, manso remanso antes de perderse en el  mar.   Ahora que el silencio, ese viento gélido que borra los besos y los abrazos, deja  solo pétalos marchitos con aroma de nostalgia en las frías noches de insomnio. Ahora que el tiempo envejeció el tiovivo de esperanzas del que ya sólo queda  una música lejana y el eco de las risas de los hijos que ya no están. Ahora que solo nos quedan cristales rotos, deberíamos unir tus tristezas y las  mías y convertirlas en levadura que hiciese crecer la

Yo maldigo

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  Ahmed  ha conseguido un permiso de residencia en Alemania después de una década desde que tuvo que abandonar Siria tras un bombardeo que le dejó a él y su familia con una maleta donde cabían todas sus pertenencias  y el recuerdo imborrable para siempre de los cadáveres destrozados de sus dos hermanos.   Tras su paso por un campo de refugiados en el Líbano, realizó una travesía por mar, para llegar a Grecia, junto a su padre, arriesgando sus vidas en una odisea digna de Ulises y allí emprendió su lucha con las administraciones y la burocracia  en una larga espera de años hasta conseguir su proceso de registro y una resolución favorable a su petición de asilo.  Otros muchos, no han corrido la misma suerte, como su vecina y amiga Fátima que sigue atrapada en un limbo de pobreza, en una precaria tienda de campaña y sin ningún futuro a la vista. Para otros amigos y familiares que decidieron no marcharse en un primer momento no ha  ido mucho mejor y se han encontrado con que con más de mil

El monstruo y yo.

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  Este amanecer parece detenido, ajeno a la oscura y fría herida de la tarde por llegar. Nada tiene sentido fuera de esta mañana, que despierta entre el chirriar de los estorninos y el canto profundo del mirlo solitario que, escondido entre las ramas sin hojas, compite con la ciudad que despereza entre ruidos de sirenas y el de los frenos del bus en su parada. El futuro pende de un hilo mientras esperamos el Apocalipsis, como quien espera venir una hostia a cámara lenta,  en este país que siempre camina sin rumbo, al borde del abismo, cuando no por el fondo del mismo. Un abismo cruzado de puentes, donde nos vamos empujando los unos a los otros a las oscuras aguas donde habitan monstruos siempre hambrientos, dispuestos a devorarnos.  Yo tengo mi propio monstruo. Al menos existe en mis sueños  ¿no es suficiente?. Mi monstruo existe fruto de un recuerdo moldeado y horneado como la masa de pan. Tal vez nosotros mismos no somos sino parte de una realidad inventada por otra mente y en otro l

El reencuentro

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Me pasan unas fotos por wasap y los rostros de hace más de  treinta años surgen entre la niebla de mi memoria. Son como piezas de un puzzle donde me cuesta reconocerme  en el crío a medio hacer, y con pelo, que me mira, con un gesto, que ese sí, reconozco como mío. En voz baja voy diciendo mi nombre y los otros nombres como quien los escribe en el aire para conjurarlos, en el mismo deseo compartido de un  reencuentro deseado después de ya demasiado tiempo. Con los nervios agazapados en el vientre y aparcando el miedo a los abrazos y los besos, me sorprende un ejército de  sonrisas al descubierto que vuelan libres,  como mariposas, plantándole cara al mal fario de estos momentos vividos, raros y extraños. El tiempo vuela y ha ido pasando, cubriéndonos de nostalgias y arrancándonos mordiscos de esperanzas, pero ahí seguimos, con la alegría intacta, disfrutando de nuestros pequeños momentos, emocionándonos  sin que haya viento del sur o del norte que nos enfríe las ganas de vivir.  Mientr

Negro presentimiento

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Hace ahora dos años, un día de primavera de 2019, tras la manifestación en Madrid por la España vaciada, tras las canciones y los slogan y la alegría de una esperanza ilusionante,  escribía sobre el mal presentimiento de aquella pancarta solitaria y olvidada junto a una papelera en la boca del metro. Hoy, ese presentimiento corre como una sombra sobre los muros de las casas cerradas y campos abandonados susurrando a las vías por donde ya no pasa ningún tren, que la noche larga del olvido está llegando. Se cierran unos servicios o no acaban de llegar otros, se cierran oficinas bancarias,  se cierra el único bar del pueblo y seguimos sin proyectos, sin  ideas mientras ese territorio vaciado, que no vacío, que agoniza en silencio con los dientes apretados, vuelve a ser terreno abonado a la especulación y a las grandes oportunidades de los de siempre. Los mismos señores, dueños de todo y a los que nunca les afecta nada, que disfrazados ahora con la máscara del desarrollo verde y sostenible