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Mostrando entradas de diciembre, 2017

El hombre de las narices

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Un año más, como cada Nochevieja, el extraño Hombre con tantas narices como días quedan para acabar el año, saldrá de su casa bajo el árbol con su gran abrigo negro para ocultar las narices de su cuerpo. Un año más. Un árbol cuajado de bolas, cuajado de palabras que no llegaron a escucharse y de  palabras que nunca debieron haberse escuchado.  Bajo ese árbol vive el misterioso hombre de las narices perdiendo una a una cada día del año. Carne de su carne, abandonan su cuerpo para vivir su propia existencia, acabando en el interior de un pan de leña recién hecho o entre las piernas de un amante con el que jugar a devorare como si no hubiese un mañana. Día a día, trozo a trozo, deseo a deseo, en un ciclo que termina cada Nochevieja a las 12 de la noche cuando la última nariz se desprende entre campanadas y risas y sale huyendo en busca de mundos imposibles. Después, el ciclo se repite y vuelven a surgir 365 narices 365 deseos incumplidos que irán desgranándose uno a uno

Los Bienes de Sijena o las croquetas revenidas

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- Bueno pues ya tenemos los pingos en casa - me dice mi amigo cocinero. - No seas malo, que con mucho menos, Caixaforum te monta una exposición itinerante. Todo es cuestión de saber venderlo. Y tú, más que nadie debería saber acerca de vender croquetas revenidas – contesto yo Y es que es cierto. Sijena nunca volverá a ser lo que fue con bienes o sin ellos. Por su historia, humedades, varios incendios, una guerra que lo pillo de lleno, milicianos anticlericales con más testosterona que cabeza que utilizaron las vírgenes románicas para sacarse del cuerpo el frío implacable del invierno monegrino en plena guerra, monjas con más actitud práctica que romántica (no quiero pensar que con un toque de avaricia también), que tuvieron que hacer frente a la ruina de su convento con la venta de lo que tenían a mano, dejadez, desaprensivos varios, oportunistas y en fin, demasiadas cosas para un pobre monasterio que hoy pudiese haber sido una autentica capilla Sixtina y que el destino lo

Tiempo de membrillos

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Membrillo: Dicese de una persona carente de sentido, poco espabilado, cenutrio. Vivo en un país de membrillos. Gobernado por membrillos. Yo mismo me siento a veces un membrillo. La mayor parte del tiempo los membrillos están calladitos y quietecitos cosa muy normal en un membrillo pero algunas veces, hacen y dicen membrilladas. Por todos los sitios, rodeado de membrillos. En el trabajo ya no se trabaja en proyectos sino en retos transversales. La CUP ya no habla de la Península de Barataria de Sancho sino de Repúblicas transversales (¿Alguien ha comprobado si esos chicos tienen ombligo para descartar su procedencia extraterrestre?). Puigdemon  soltando membrilladas con su bufanda color membrillo paseándose por las calles de Bruselas, corazón de una Europa también de carne de membrillo. Hasta el hombre del tiempo señala soles de membrillo y habla ahora de ciclogénesis explosivas para referirse a las ventoleras de toda la vida. No puede uno pasarse la vida rumiando cada membrilla