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Mostrando entradas de marzo, 2018

Los buñuelos de San José

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En San José, mi casa, la del pueblo, siempre olía a recién pintada, a primavera colándose por las ventanas abiertas, al viejo colchón de lana recién lavado y escoscado y a buñuelos. Me encantaba observar a mi madre empujando con el dedo desde la cuchara, los bolitos de masa que caían hasta el fondo de la enorme olla de aceite hirviendo para subir como buceadores a la superficie cuando comenzaban a inflarse y entonces con una cuchara enorme de madera empezaba a darles suaves golpecitos haciéndolos girar a un lado y  otro hasta que adquirían ese bonito color tostado. Una cesta enorme de buñuelos rellenos de nata y crema o sin rellenar para untar en aquellas tazas de chocolate, en pijama, de domingos de misa a las 9. Lo de los trabajos de guardería llegó después, la manita sobre arcilla de mi hijo con 4 o 5 años  y después, minuciosos dibujos de mi hija que aún recibo con alegría (ella sabe que me gustan y le salen más baratos que cualquier regalo). Ser padre, básic

El mundo irracional de π

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Si preguntas por  π , después de mirarte como si vinieses de Ganimedes, en el mejor de los casos, te dirán que su valor es 3.1416 como nos hicieron memorizar de pequeños pero lo cierto es que nadie puede decir su valor exacto porque es un número irracional. Es decir, no puede representarse en la recta numérica, ni expresarse como fracción de otros dos números como ocurre con los números decimales, lo que no deja de ser una incoherencia ya que π se define como el resultado de la división entre la longitud y el diámetro de cualquier circunferencia. Sea cual sea la circunferencia del Universo que uno escoja, aparece esa conexión inevitable sin poder hacer nada para cambiarla: Desde el círculo del fondo del vaso vacío del borracho al de las monedas de la propina del camarero. Desde el ombligo del deseo, a las lágrimas del amante despechado. Desde la pupila de la víctima a la de su asesino, esta conexión es inevitable y como caras de una misma realidad, nos une a tod

La maleta de la Jesusa en la salada de Mediana

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Mientras tomamos un café en el bar de la plaza, un simpático mocé nos indica cómo llegar a la salada, que parece no estar demasiado bien indicada. De hecho, nos comenta que el equipo de filmación de “la Novia”, que contiene tomas en el entorno de la laguna, tuvo que colocar una indicación en la carretera para impedir que el equipo se perdiese. Una vez ya fuera de la carretera y tras unos metros recorridos por el camino que se aproxima a la laguna,  el coche comienza a patinar como un oso en una pista de hielo debido al barro arcilloso por las lluvias de los últimos días y yo, que tampoco es que pueda ganarme la vida como corredor de rallies, hago lo que puedo para salir a un barbecho junto al camino ,con la esperanza de encontrar tierra más firme sobre la que aparcar el coche. Seguimos, ahora andando, hacia la antigua construcción junto a la salada, pero patinando igualmente patosos, yo con la maleta de la Jesusa (no quiero imaginar lo que pudiera llegar a pensar cu