Hoy es mi cumpleaños y mi alma tiene prisa

Hoy es mi cumpleaños. 52 tacos ya.

 ¡Madreeeeeeeeeeeeee!

Mi amigo Miguel, el de Cadiz, que un buen día se cruzo en mi camino en un momento especialmente oscuro. Parlanchín, un poco loco, interino itinerante, amigo de sus amigos, feliz como una perdiz a tiempo completo, sentimental y un poco antiguo (como diría un amigo en común) al que podría describir (sin ni siquiera conocerlo personalmente) como Juan Ramon Jimenez a Platero. Ahí va, con todo mi cariño:

Miguel es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro. Lo dejo suelto y se va al prado y acaricia tibiamente, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente: ¿Miguel?, y viene a mí con un trotecillo alegre, que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal..

Pues eso, que a Miguel al que le gusta celebrar los no-cumpleaños porque siempre se equivoca me regalo este poema que me va como anillo al dedo para la ocasión en este momento de mi vida en que uno ya no esta para muchas tonterías. ¡Gracias Miguel!.

MI ALMA TIENE PRISA (Poema golosinas)
por Mário de Andrade (un pelín adaptado)

Conté mis años y descubrí, que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora…

Me siento como el niño al que le dieron un paquete de golosinas: las primera las comió con agrado, pero, cuando le que quedaban pocas, comenzó a saborearlas profundamente.

Ya no tengo tiempo para reuniones interminables
Ya no tengo tiempo para soportar a personas absurdas
Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades.

No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados.
No tolero a manipuladores y oportunistas.
Me molestan los envidiosos, que tratan de desacreditar a los otros

Mi tiempo es escaso como para discutir.
Quiero la esencia, mi alma tiene prisa…
Sin muchos dulces en el paquete…

Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana.
Que sepa reír, de sus errores.
Que no se envanezca, con sus triunfos.
Que no huya, de sus responsabilidades.
Que defienda, la dignidad humana.

Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.

Quiero rodearme de gente, que sepa tocar el corazón de las personas…
Gente a quien los golpes duros de la vida, les enseñó a crecer con toques suaves en el alma.

Sí… tengo prisa… por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar.

Pretendo no desperdiciar parte alguna de los dulces que me quedan…
Estoy seguro que serán más exquisitos que los que hasta ahora he comido.

Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mi conciencia.

Tenemos dos vidas y la segunda comienza cuando te das cuenta que sólo tienes una.