Fiestas Pilares 2024. Bendita y alabada sea la hora.
Gigantes y Cabezudos" es el cartel ganador de la zaragozana Helena Pallarés. Los dos accésits han sido, "Vive la Cultura de Aragón" de Héctor Fernández, y a "La Emoción Florece", de Edurne Tainta |
Cuenta la tradición que por aquel tiempo andaba el Apóstol Santiago, Xacobo para los amigos hispanos y Jacques pa los franchutes, un un poco compungido y decepcionado por estas tierras de Hispania tras no conseguir cumplir el mandato de venir a hacer campaña “pro evangelical new age” y captar apenas un puñado de conversos por tierras castellanas y tan solo 8 en Aragón, que se apuntaron más por ver si pillaban un buen plato caliente del limosneo que por convencimiento.
Y es en esta situación, cuando un 2 de Enero del año 40 d.c María, después de dejar la colada tendida junto al Jordán, y el puchero en el fuego del hogar, salió bien de mañana, y ni corta ni perezosa, se trasladó en carne mortal a Zaragoza, en lo que en parapsicología se viene llamando algo así como bilocación o capacidad de estar en dos sitios a la vez.
“Bendita y alabada sea la hora”, que los infanticos vocean por la megafonía de la plaza del Pilar tres veces al día puntualmente a las 9.00, 12.00 y a las 20.00. Y aquí se vino, y nada menos que con un pilar de jaspe bajo el brazo, muy burra ella, que mira si hubiera podido elegir un souvenir para Xacobo un poco más liviano.
Una vez junto al Ebro, pequeña como ella era, se arremangó bien arremangadas las enaguas sujetándoselas al mandil, se subió las mangas del corpiño y se escupió en las manos: en un visto y no visto, trepó por el pilar como si de una cucaña se tratase y, puestos los brazos en jarras le dijo a Xacobo con un puntito de mala leche:
¡Camina chandro!, ¡ya vale de quejarte y métete a construyirme una ilesia aquí mesmo que mientres iste pilar siga en piet no han de faltate fidels!
Al poco desapareció dejando con la boca abierta y un palmo de narices a Xacobo y sus ocho seguidores. Pero es que claro, tenía que volver rápido no fuera a ser que se le pegasen las lentejas.
Y allí ves tú a Xacobo y sus ocho acólitos, que de constructores tenían poco, levantando como pudieron una ermita de adobe al lado mismito del Ebro, frente a Macanaz. Puso dentro el Pilar y, como ya estaba un poco harto de estos maños indolentes y ateos, de su cierzo y de sus nieblas, dejó de presbítero a uno de sus seguidores y se fue pa Judea a pasar el invierno con la sensación de la tarea bien hecha, que ¡mira tú!, una ermita de adobe y 8 seguidores: total, para terminar degollado y comenzar toda la peripecia de la traslación del apóstol hasta Santiago de Compostela..
Lo cierto es que aquella ermita tampoco debió prosperar mucho hasta que apareció en escena el rey Alfonso I, que tras conquistar Zaragoza a los moros, reedificó una iglesia románica, cuyo tímpano se conserva integrado en la fachada actual (dicen).
De esta manera, el rey cumplía con la tradición de otros reyes conquistadores, que iban “sembrando” de ermitas los territorios conquistados en una enorme operación de marketing que convertía las imágenes de las vírgenes, que se aparecían oportunamente en las batallas o eran encontradas por pastorcitos o labriegos a unos cuantos kilómetros de los núcleos habitados, en poderosos instrumentos de identificación local y poder económico, que tanta falta hacían para levantar el ánimo y el espíritu del vulgo y, de paso, llenar las arcas de los nuevos gobernantes.
En realidad, no hay consenso claro de cuando la fecha de las Fiestas del Pilar en Zaragoza se trasladaron al 12 de Octubre. Parece ser que en un principio, las celebraciones eran una serie de actos religiosos y tenían lugar durante el mes de agosto pero se cambió de fecha a octubre con el fin de que las festividades pilaristas se sucediesen tras finalizar la cosecha y que fue el Papa Pío VII quien fijó la festividad de la Virgen del Pilar en el 12 de octubre. Fecha que no le vino mal a la Virgen del Pilar para ganarle por la mano a la Virgen extremeña de Guadalupe el título de Patrona de la Hispanidad. Eso si, con la ayuda de un decreto de Franco, que siempre llevó una medalla de la Virgen del Pilar (enviada por Alfonso XIII desde Zaragoza ) y a cuya festividad Franco denominó como el Día de la Raza.
Hoy la Virgen tiene más mantos que zapatos tenía Imelda Marcos, hasta uno de papel que la Virgen del Pilar luce cada 6 de agosto en memoria de las víctimas de Hiroshima.
Y aunque la historia de las fiestas del pilar haya tenido en origen un olor pelín rancio de sacristía e incluso pelín clasista, se han convertido en unas fiestas que destacan por su participación popular. Así que no hay nada más que decir que desear unas Felices Fiestas del Pilar 2024 para todos y que ¡Viva la Pilaricaaaa!.
🤣🤣🤣 genial, aún me estoy riendo de la Pilarica preparándose pa subir al pilar👏👏👏
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