Ser Padre o el paso de héroe a antihéroe en un plís-plas.


Antihéroe: Personaje que desempeña el mismo papel que el héroe tradicional, pero carece de sus características de perfección por tener virtudes y defectos de una persona normal.

Día de San José: Una vez más el recuerdo del olor a buñuelos y a casa recién pintada. No hay nadie en el santoral que pueda arrebatarle el puesto como representante de la paternidad, el perfecto antihéroe que aceptó como suyo al hijo de una paloma, que ni siquiera consiguió una posada decente para que naciese y al que tuvo que salvar a lomos de un burra con las herraduras puestas del revés. Seguro que le hubiese gustado que siguiera con él en la carpintería pero el chico comenzó a juntarse con gente rara y acabo dando discursitos, organizando fiestas a orillas del Jordán y montando broncas en el templo. Se veía venir que acabaría mal. Mientras el pobre José, siempre en segundo plano, simplemente acabo desapareciendo de la historia.

Ser padre es el mayor acto de inconsciencia y altruismo de nuestras vidas. Es una inversión ingente de tiempo y de  dinero a muy baja rentabilidad. Un acto en el que terminamos acogiendo en nuestra casa a alguien que igual acaba siendo un psicópata que termina partiéndonos en dos con una Katana mientras dormimos. y…aún así...,  es nuestro mayor anhelo.

Mi madre solía decir: un hijo un problema, dos hijos dos problemas.

Ser padre es convertirse en el señor de las maletas; aquel que se queda bajando bolsas y paquetes, mientras la parentela sale corriendo a recibir al hijo y arropar a la madre. (¿Cómo un ser tan pequeño puede necesitar un equipaje tan grande?)

Después llega la renuncia voluntaria a comerte la pechuga del pollo al ast de los domingos, pasando  simplemente a rechupetear las alas. 

Y llega cuando el termómetro fatídico pita y se convierte en un contador de radioactividad Geiger y asustado: miras a tu compañera al borde de la histeria, como si acabases de leer el preludio de la catástrofe nuclear de Fukushima.

Más tarde el cole y los malditos trabajos de plástica no aptos para aficionados que hacen aparecer las primeras grietas en tu imagen de  papalosabetodoypuedehacerlotodo ...y el tiempo pasa de prisa,  y aparecen los primeros nubarrones negros que anuncian los años oscuros, donde a tientas, andas dando palos de ciego, lleno de frustración porque no puedes romper el gran muro que te separa, hasta que de pronto se hace la luz y lo recuperas para el mundo de los vivos pero, para entonces, ya es demasiado tarde: Ha encontrado a alguien con quien  compartir su vida y volar solo mientras tu estatuilla del oscar al mejor papa del mundo ya no puede engañar a nadie y todos saben que es de plástico de los chinos con una patina dorada de purpurina ahora ya descascarillada y tú simplemente pasas a un segundo plano. Ley de vida. Punto final.

En resumen, es como asistir a una fiesta de cumpleaños (de la madre) donde después de comerte tu trozo de tarta te toca jugar a darle a la piñata con los ojos vendados. Empiezas a dar con el palo, a diestro y siniestro llenándote de frustración hasta que en un golpe de suerte ¡zas!, ATINAS,  te quitas la venda y, para cuando quieres darte cuenta, los caramelos se los han llevado los otros invitados a la fiesta.

Y al final de todo, terminas deseando únicamente que al menos se lleven en su equipaje,  un poso de lo que has intentado trasmitirles (¡Que responsabilidad!). Que les quede, al menos, un recuerdo, que dé sentido a tanto esfuerzo. Como el de aquella mañana de invierno, embutido en una bufanda gris, en el único día que mi padre me acompañó al colegio agarrado a su mano áspera y enorme que trasmitía la seguridad de que nada malo podía pasar porque mi padre, aquel Superman sin super poderes y con boina, estaba ahí para protegerme.

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