La España vaciada que no vacía (aún)



El matiz está en que hubo un tiempo en que no lo estuvo. El matiz está en el hecho de que ser vaciada implica un ejecutor de la acción de vaciar: Un responsable, Muchos, seguramente Todos.

Hay lugares en esa España a las que sólo se llega por carreteras que parecen ir a ninguna parte y donde hasta los árboles se alzan al cielo queriendo volar (la frase no es mía. Es de Labordeta). 
Lugares donde viejos arrugados caminan agarrados a los recuerdos de los vivos que se fueron y a los huesos de los muertos que se quedaron, entre tejados hundidos, puertas cerradas y carteles raídos de “se vende”.

Lugares de ausencias, como la del  campesino en campos yermos de lindes desdibujadas  y en el huerto donde los frutales crecen ahora despeinados; o la de las ovejas en la paridera medio hundida de la que han huido hasta las pulgas; o como la de la camioneta del panadero que ya no pita escandaloso en la plaza rodeado de vecinos parlanchines; o como la de la ausencia de los pupitres, vacíos, y el chirriar del columpio, vacío, impulsado por los pies del niño contra las nubes de un cielo profundamente azul.

Lugares donde el último signo de vida del pueblo se apaga cuando el bar baja la persiana, porque ya no hay nadie para jugar un guiñote y es entonces cuando el pueblo cierra con él definitivamente.

Para esos pueblos ya no queda nada. Solo la mirada curiosa y un poco falsa del viajero fotografiando el árbol que enraíza en los muros, recuperando el territorio que fue suyo, y el sonido del silencio conversando con el viento que se cuela entre los ventanales rotos.
Para otros sí. Aún hay pueblos a tiempo de salvarse. Aún queda gente aferrada como árboles y con las fuerzas suficientes para seguir adelante en esa tierra tan dura a veces. No piden nada a lo que no tengan derecho. Simplemente no verse obligados a marchar, a no gastar más de 3 horas cada vez que necesiten acceder a cualquier servicio básico, a no tener que subirse a la pinganeta más alta del pueblo para conseguir una raya de cobertura: nada que los de la España hacinada no tengamos sólo por estar aquí. 

Mirar a los ojos a esa España vaciada no es hacerse la foto encabezando una manifestación, hoy que nuestros políticos se han dado cuenta de que sus votos (los de esa España) pueden ser más rentables que los de las grandes ciudades y mañana mirar de nuevo hacia otro lado. Es romper con una situación injusta, heredada desde siempre, donde sus gentes se vieron y se ven obligadas a marchar, buscando una vida decente. Es pensar en futuro y en el modelo de país que queremos para esta España, siempre en construcción, provisional y agarrada con alfileres a base de parches provisionales, como los de eses carreteras que nos llevan a esa España vaciada.
    

Comentarios

  1. Como siempre, precioso y con mucha razon! Si la movilizacion del fin de semana sirviera esta vez para algo...!

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  2. ... lo malo es que no tiene visos de arreglo. A ver si la manifestación es un éxito y sirve de revulsivo. Muy bueno

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