Pequeño orquidiario para un día lluvioso




La palabra orquídea procede del latín orchis, (testículo) debido a la similitud de estos con los tubérculos del Género Orchis del Continente Europeo.


El joven Orchis, fue un niño consentido de una familia de clase media-alta relacionada con la casta del olimpo, hijo de una ninfa y un fauno que se dedicaba a no pegar clavo en todo el día dedicado como estaba, a seducir y trincar a toda fémina soltera o casada, joven o madura que se cruzase en su camino haciendo crecer más cuernos entre sus paisanos que los que pudiéramos encontrar en un rebaño de cabras montesas. Un picha brava, vamos.

Fue una noche loca, en honor a Baco, cuando se pasó con el morapio, y termino retozando entre ribazos y matorrales con las sacerdotisas del templo, lo que cabreo bastante a los feligreses de la época, que unas por celos, otros por envidia, y ya bastante hartos del gañán, empezaron a encorrerle a pedradas con los calzones bajos, hasta  darle alcance y practicarle matarile.


Sus padres, que alguna influencia debían tener por el Olimpo, acudieron, a la ventanilla de ruegos y súplicas para rellenar el formulario A.5 de petición a los Dioses correspondiente para que lo  reviviesen, pero los Dioses no estaban muy por la labor de devolver a la vida a un sujeto tan problemático y disoluto (ellos que de castos tienen poco) enfrentándose a la plebe que le había ajusticiado y ofrecieron a cambio a los padres un plan B (los dioses siempre tienen un plan B bajo la manga) un quiero y no puedo en el que convertirían a orchis en una florecita campestre dotada de sus atributos más sobresalientes ya que para otra cosa no servía, y con ciertas propiedades que al menos, satisfaciesen a los seres humanos y así, lo convirtieron en orquídea de la que Dioscórides, el cirujano de Nerón, decía influía en la sexualidad masculina y durante 16 siglos se dio por hecho que la orquídea era una especie de viagra que incrementaba la potencia y el deseo sexual. La misma Iglesia Católica consideró a las orquídeas alimento del Diablo y con poder de arrastrar al hombre hacia excesos de todo tipo. En el libro Mundos Subterraneus del Jesuita Athanasius Kirchen en 1665, llegó a decirse de ellas que no producían semillas y que las plantas brotaban del semen perdido en el apareamiento de los mamíferos.
En Europa se despertó una locura colectiva cuando floreció la primera orquídea traída de las Bahamas a Inglaterra en 1733 y lo que en principio fue una especialidad para botánicos pronto se convirtió en la orquideomanía para nobles. Todo marqués, conde o ricohombre que se preciase, además de encasquetarse el pelucón, empolvarse la cara y esnifar rape por la nariz debía construirse un orquidiario acorde a su estatus, y cuando una orquídea florecía, el evento era la excusa para organizar grandes fiestas donde acudía la flor y nata de la sociedad.

Con el barco a vapor, llegó el apogeo de la orquideomanía, la aparición de compañías especializadas en organizar expediciones a los trópicos en Asia y América en busca de la legendaria orquídea azul o la orquídea negra. Las orquídeas eran trasportadas durante meses en mulos a través de selvas y montañas y más tarde por barco hasta llegar a Europa por lo que  muy pocas sobrevivían y provocaba que se llegara a pagar grandes cantidades por algunas especies raras cuyo hábitat era guardado en secreto. La depredación fue tal, que algunas especies no se han vuelto a encontrar.
El siglo XX trajo el fin de la orquideomanía. El coste de mantenimiento de los orquidiarios agravado con la Primera Guerra Mundial. (Se requerían toneladas de carbón al día para mantener las condiciones tropicales de los mismos) se hace insostenible y fue el duque de Devonshire el que puso simbólicamente el punto final de una época ordenando hacer saltar por los aires sus templos de vidrio. Pero eso es ya otra historia.

Comentarios

  1. Hermano, eres un pozo de sabiduria, igual le das a la historia, a los problemas sociales, a tradiciones populares y ahora todo ello acompañado de una leccion de botanica. Me encanta!

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