Me duele España....pero en unos sitios más que en otros

En prácticamente una semana he participado en una concentración organizada por la coordinadora Teruel existe y en la celebración del geolodía de la provincia de Zaragoza en el municipio de Ruesca donde asistimos unas 200 personas que triplicábamos la población local.

Teruel existe y Palencia y Zamora y Cuenca y...

En ambos casos, aunque muy diferentes, la misma sensación. El mundo rural (de Teruel, de Zaragoza o de cualquier parte de España) no pide favores. Les basta con que no le jodan. Llevan generaciones sobreviviendo a base de apego a su tierra y solo quieren (exigen) no ser considerados ciudadanos “de segunda”. 

Ser pocos no resta derecho
Y es que el problema es siempre el mismo igual que en tantos otros temas, como la educación o la investigación: una falta de un plan de Futuro, de proyectos a largo plazo más allá de las próximas elecciones y del recuento de votos. 

Reconversión si. Aniquilación no.

Hay cosas que no pueden medirse con baremos económicos (menos aún a corto plazo) como si España fuese una envasadora de tortilla de patata precocinada con o sin cebolla. Lo importante es saber a dónde vamos, el país que queremos construir y lo que estamos dispuestos a apostar  para conseguirlo: o bien un país despoblado en sus 3/4 partes de su territorio como un enorme parque temático con un puñado de hotelitos rurales con encanto repartidos por aquí y allá y unas cuantos núcleos urbanos abarrotados de gentes tirando cañas (creo que se me entiende) o bien un país vertebrado donde cada uno elija libremente cómo y dónde quiere vivir, sin verse obligado a abandonar su lugar de origen por una falta de apoyo y desidia institucional.


Nuestros pueblos estaban ahí antes de que naciesen las ciudades (en realidad fueros ellos quienes las hicieron crecer) y ahí siguen, con sus gentes emprendedoras e imaginativas para solucionar sus problemas, pero, ¡coño!, no es de recibo que en pleno siglo XXI siga habiendo zonas “de sombra” no ya sin cobertura 4G, tampoco 3G, ni 2G... ¡vamos!, directamente sin cobertura. Carreteras que parecen diseñadas para practicar el slow driving, sin autovías, ni ferrocarril, ni escuelas a  distancia razonable, ni servicios médicos donde recibir tratamientos básicos como radioterapia o cuidados paliativos o donde acudir al pediatra o al colegio se convierta en un deporte de riesgo. 


Sus gentes solo quieren (exigen) unos servicios mínimos razonables a una distancia razonable. Y lo quieren (lo exigen) porque es su derecho. Eso y que los dejen vivir en paz, claro. Lo demás lo ponen ellos solitos que de arrestos para hacerlo andan sobrados. 

Ruesca. lugar de celebracion del geolodía 2018 en Zaragoza
En el caso de Ruesca, el geolodía sirvió para que los propios habitantes de la zona en la excursión al anfiteatro de Valdelosterrenos nos mostrasen  además de su hospitalidad con tortilla de patata (casera) y vasito de vino (de la tierra) incluido, el despropósito general de la aplicación de una ley de minas en base a la cual hace ya más de 25 años, campos y viñedos fueron expropiados (el subsuelo bajo las flores de los cerezos y de los almendros no es propiedad de los agricultores sino del estado),  a favor de una explotación minera de sepiolita  que deja muy poco en el pueblo (solo una persona del pueblo trabaja allí) aparte de un enorme socavón y polvo, mucho polvo, que pone en peligro el agua, los viñedos, los pulmones y el propio entorno natural declarado de interés geológico para que nuestros gatos castrados de ciudad tengan un “retrete” que no huela demasiado.
Agapé a cargo de los rosquinos
En este país parece ser que es obligatorio preparar planes de recuperación de las zonas afectadas por la explotación minera pero solo eso, pre-pa-rar-pla-nes. No cumplirlos.

San Isidro es la fecha para comenzar la escarda o espergura de la vid
Sin ni siquiera contar para nada con los propios municipios afectados, de forma que el resultado es que se ha gastado más dinero en la confección, redacción y presentación de dichos planes que en su ejecución. Como mucho, algún merendero cuyo mantenimiento le cae al ayuntamiento como un muerto y que termina languideciendo por el abandono.


En pueblos cuya población ha ido en continuo descenso en los últimos 50 años, es fácil de maquillar las ventajas socioeconómicas de una explotación minera sin tener en cuenta otros factores, pero lo cierto es que el día que la mina desaparece (y eso siempre ocurre), desaparece también el pueblo, y de eso saben mucho también en Teruel donde la reconversión de las cuencas mineras no pasa del papel mojado y de buenas palabras. Mientras tanto, se han llevado por delante el tipo de economía que ha permitido subsistir (mejor o peor ) a muchas generaciones, agonizando por falta de apoyo y apuesta institucional.

Sin ese apoyo a esta economía tradicional, motor de la economía rural y de la supervivencia de estos pueblos, sin facilidades para la comercialización de sus productos y sin protección para hacerla rentable; sin un trabajo educativo y de concienciación de los consumidores finales para realizar un consumo responsable además de apoyo para crear una demanda y unas preferencias de todos esos productos, la supervivencia del mundo rural es una batalla perdida.


Hay que buscar soluciones imaginativas para dotar a las zonas más sensibles de servicios, principal causa de la despoblación de nuestros pueblos, rediseñar, reinvertar si fuese necesario, comunicaciones, escuelas y hospitales y, sobre todo, crear conciencia política. Terminar con la falta de miras, de gestos vacíos a la galería y los actores televisivos.

Cantera de sepiolita
Una clase política que dice ¡jodeos! dirigiéndose a parados y jubilados, más preocupados por si mañana aparecerán en los papeles porque mintieron en su currículum o por verse envueltos en el enésimo caso de corrupción,  difícilmente estará sensibilizada sobre los problemas de una población que podría meterse en el Camp Nou y aun sobrarían asientos sin ningún peso en el recuento final de los votos.

Algo tiene que cambiar y tiene que cambiar ya o este país de mierda en que hemos convertido España se nos va al garete (¡Qué debate tan vacío por el título de un libro que nadie se ha molestado en leer!).

Es que ¿nunca seremos capaces de superarnos a nosotros mismos?. Creo que ya va siendo hora desde  el “Me duele España” de Unamuno y aun sigue doliendo. Solo que a mí me duele en unos sitios más que en otros como un perro rabioso colgado del costado mordiéndome continuamente la cadera.

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