Los Bienes de Sijena o las croquetas revenidas

- Bueno pues ya tenemos los pingos en casa - me dice mi amigo cocinero.
- No seas malo, que con mucho menos, Caixaforum te monta una exposición itinerante. Todo es cuestión de saber venderlo. Y tú, más que nadie debería saber acerca de vender croquetas revenidas – contesto yo

Y es que es cierto. Sijena nunca volverá a ser lo que fue con bienes o sin ellos. Por su historia, humedades, varios incendios, una guerra que lo pillo de lleno, milicianos anticlericales con más testosterona que cabeza que utilizaron las vírgenes románicas para sacarse del cuerpo el frío implacable del invierno monegrino en plena guerra, monjas con más actitud práctica que romántica (no quiero pensar que con un toque de avaricia también), que tuvieron que hacer frente a la ruina de su convento con la venta de lo que tenían a mano, dejadez, desaprensivos varios, oportunistas y en fin, demasiadas cosas para un pobre monasterio que hoy pudiese haber sido una autentica capilla Sixtina y que el destino lo ha convertido en una ruina restaurada, centro de disputas políticas que poco o nada tienen que ver con él.
No me gusta la forma ni el momento en que se ha hecho la devolución pero lo cierto es que la cosa viene de lejos y corresponde al punto final (o punto y seguido, no sé) de una serie de litigios que por ponerle un comienzo “legal” podíamos hacerle coincidir (y si no, yo lo hago) con la devolución a Cataluña de los papeles de Salamanca. Basándose en argumentos similares (mejores pienso yo) Aragón revindicaba entonces para sí el regreso de los bienes a su lugar de origen.
A los que se manifestaban delante del museo de Lleida, con canto de el segadors incluido les diría que son ya años de pleitos y de sentencias a favor de Aragón. Tanto civiles como eclesiásticas. Que ya se produjo la devolución de un primer lote durante su patriótico y mártir gobierno vendedor de repúblicas efímeras y hacedor de mártires y héroes de patrias varias (y que entonces, no fue expolio, ni aplicación del 155) y que esta segunda devolución corresponde al cumplimento de la sentencia referida a un segundo lote. Porque esto va por lotes. Al igual que les haría saber que hay más bienes y que algunos de ellos seguramente nunca volverán a Aragón ni a su monasterio porque la venta fue legal (un apropiamiento injusto, pero legal).

Pero el momento no es oportuno y todo se utiliza como argumento de humillación y represión y expolio (hablan ellos de expolio que hacen suyo el patrimonio de otra tierra).

Hoy no es día para hablar de eso. Hoy quiero hablar de la alegría de un pueblo que recupera los restos de lo que fue. Muchos de los que trabajaron y colaboraron en el embalaje de las piezas hacia Cataluña sin saber que eran ni lo que hacían, ven hoy emocionados su regreso como la reparación de un error y de una injusticia. Hoy lo revindican como algo suyo. Como parte de su propia identidad porque al fin y al cabo lo es. Ningún monasterio se hizo sin los trabajos y los impuestos que tuvieron que pagar los habitantes de la zona donde se asentaron. En Aragón, como en otros sitios, donde los pueblos se desangran de gente como por heridas de un torero, necesitan afirmarse. Necesitan aferrarse a lo suyo para seguir viviendo para seguir sintiéndose orgulloso de sí mismos y sobre todo porque es suyo y porque tienen derecho a existir.

Me alegro mucho de que la justicia a veces funcione y que un pueblo como Villanueva de Sijena, cuyo alcalde brinda con champan aragonés, aunque como el mismo dice, también tiene de otras marcas porque él no tiene ningún problema y porque esto no es cuestión de política, ni de 155, ni de nada sino solo de justicia, haya conseguido en una lucha de David contra Goliat sacar adelante una vieja reivindicación que por fin ha sido escuchada, aunque solo sean ya croquetas revenidas, bienvenidas sean. Piezas inconexas. Partes de un todo con los que ni de lejos podremos imaginar o acercarnos a la grandeza de lo que fué.

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