Quisiera amarte menos

De vértigo. 

Nuestra galaxia, con sus enormes brazos espirales girando a 850.000 km/h entorno a su enorme agujero negro central, Sagitario, recorre el espacio bañándolo con su luz junto a miles de galaxias vecinas a unos 2 millones de km/h hacia el supercúmulo de shapley una concentración de masa tal que crea una fuerza de atracción irresistible. 

Como irresistible debe de ser el deseo irrefrenable del hombre al que nadie conoce circulando por los parajes y corredoiras de la parroquia de Arteixana de Morás donde para llegar es mejor perderse que orientarse con decenas de estrechas carreteras y donde se mueve como Pedro por su casa hasta encontrar a su víctima, quitarse  hasta los calcetines, bajarse del vehículo, plantarse frente a ella y decirle una barbaridad. Eso sí, siempre acaba corriendo como alma que lleva el diablo. Lo han perseguido con una horca y hasta le echaron los perros pero pese a todo, vuelve. Que se sepa, se ha quitado la ropa en lugares de postal como Souto y Canzobre donde se le ocurrió plantarse con los pantalones en los tobillo frente a una mujer que le mostró una guadaña  y a punto estuvo de caer cuando echó a correr despavorido.

Lo curioso es que un poco más allá, fuera del halo galáctico, aguarda  un enorme abismo como una gigantesca pompa de jabón de más de mil millones de años luz de extensión y en cuyo interior no hay «nada». Ahora sabemos que nos encontramos entre una masa enorme que nos atrae y un vacío enorme que nos repele empujándonos.

Así se sentía él, entre el deseo incontrolable y el vacío que sintió cuando aquella mañana sonó el teléfono

- Tengo sífilis
- ¿Sífilis? No podías haber pillado unas ladillas como todo el mundo?

Después llegaron las explicaciones, el naufragio de su viaje a Itaca. No le perdonó y su tranquila y confortable vida se desmoronó como un castillo de naipes en la que solo quedó sitio para el silencio y los reproches. En este país puede perdonarse casi todo: asesinar a la vecina del cuarto, estrangular a tu suegra o colocar un petardo en el trasero de tu jefe pero no la promiscuidad  sobre todo si va catalogada con uno de esos nombres estigmatizados y, en  donde las relaciones solo se entienden  como una posesión absoluta del otro, en cuerpo y alma sin claro-oscuros, salpicadas la mayor parte de las veces de celos y engaños y convertidas en un juego de azar de todo o nada.
El grito esta en el fondo.

Este país donde tenemos esa tendencia a juzgar al otro y a la teatralidad exacerbada dónde hasta las mociones de censura parecen una mala representación en un bar alternativo y nuestro presidente le da por practicar la literatura surrealista con frases como:

“Cuanto peor, mejor. Y cuanto peor para todos, mejor. Mejor para mí el suyo. Beneficio político".

Una frase que como decía el meme que corría por los grupos de WhatsApp,  te cae en selectividad y te arruina la vida.

Este país excesivo al borde del colapso que me mata y aun así se deja querer seguramente porque como él soy teatral hasta el absurdo entre fuerzas que me atraen y me repelen empujándome a velocidad de vértigo entre la nada y lo desconocido.


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