La superluna y la rodaja de mortadela

El lunes 14 de noviembre del 2016 se anunció a bombo y platillo,  la superluna más grande y brillante desde el 25 de enero de 1948. Se dijo que brillaría como nunca y que estaría tan cerca que casi podríamos tocarla. Todos estuvimos atentos con nuestros móviles a la cita esperando una Luna grande como una plaza de toros y pasó que todo dios se sintió decepcionado.
Expectativa vs realidad
No hubo tiempo para invocaciones a la Diosa Blanca, ni baños purificadores bajo su influjo, la mayoría estaba inventando “memes”, reenviándolos, o en el mejor de los casos jugando con Photoshop haciendo realidad nuestras expectativas fallidas. Pero ahí estaba ella, pálida y misteriosa, iluminando todo con sus rayos de plata y dejando a la vista un mundo esperpéntico y caduco.

Iluminaba los grandes ojos blancos asustados de  Victor Mlotshwa en mitad de su negra cara de negro, cuando dos granjeros blancos sudafricanos con sus blancas caras de blancos, lo golpeaban, maniataban y le  obligaban a meterse en un ataúd amenazando con quemarlo entre gemidos de perro apaleado.

Iluminaba las cuencas vacías de 100 cadáveres desaparecidos cerca de las costas de Argelia, en su intento fallido por alcanzar una vida mejor y con un grito mudo aferrado en sus bocas ahora deformadas por el miedo y la muerte, mecidos por las  olas que antes de morir también en alguna playa del Mediterráneo, contarían esta y otras mil historias si alguien quisiera escucharlas. Nadie sabe, ni quiere ya, escuchar el mar.

Iluminaba a Trump en calzoncillos de Micky Mouse frente al espejo, lavándose los dientes (¿se lavará los dientes o tendrá dentadura de patata como Lincon?) mientras imagina su enorme muro de hormigón brillante bajo la luna y sobre el que se reflejan las sombras de los 3 millones 3 de hispanos a punto de ser deportados.

Iluminaba la cara ennegrecida por el humo del cadáver de la anciana en Reus donde vivía sola y casi en la indigencia alumbrando sus solitarias noches con velas, sin electricidad hace dos meses por impago, hasta que esa madrugada, asustada por las llamas de una vela en al colchón, intenta huir, cae al suelo y ya no pudo levantarse. Fin de la historia.

Iluminaba la escultura ahora dañada y serrada, en la margen derecha del Ebro, debajo del puente de La Almozara, 12 x 2 metros de bronce y más de 500 kilos, representando el esfuerzo sobrehumano de unas figuras humanas arrastrando el peso de una carreta y dejando tras de sí otra figura desfallecida. 


Cómo me gustaría creer que las figuras robadas, imagen de nosotros mismos, hubiesen conseguido liberarse de su condena por si mismas o ayudadas por la gran dama blanca como en uno de esos bonitos cuentos de hadas pero me temo que los Dioses o no existen o han huido en una camioneta de chatarreros y en su lugar va a ser cierto que han dejado una enorme rodaja de mortadela resequida, a juego con los primeros belenes y luces de colores  de la Navidad que se va extendiendo con su mueca de felicidad y colesterol sobre todos nosotros y que nos dejará, como siempre, esperando a los reyes magos que no acaban de llegar.   

Comentarios

  1. Vaya situaciones tremendas ha iluminado esta superluna...lo malo es que no creo se hayan resuelto cuando llegue la próxima...el pesimismo me invade. Muy bueno, Garde

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  2. Muy buena entrada, como siempre nos deja impresiones muy positivas.....

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