Norma renovada.

Norma de Vincenzo Bellini. Baluarte.Pamplona
Para quién no lo sepa, Norma es una sacerdotisa druida del templo de Irminsul,  en la Galia ocupada, y a la que no se le ocurre otra cosa mejor que hacer que enamorarse del procónsul romano destinado en la región.

O sea, para que se me entienda, algo así, como si una jovencita indepe del Alt Emporda girones con carnet de la CUP, se enamorase del cabo extremeño de la guardia civil destinado en su pueblo y afiliado a VOX para más señas. Un tío  que hasta el nombre lo tiene chorra: Pollione. Un desastre, vamos.

Para colmo, la tía va y se queda preñada no una, sino dos veces ¡DOS!, que es lo que tiene la falta de charlas de orientación sexual  en el cole y el dichoso pin parental, y tiene a sus hijos  ocultos a cargo de la Cloti, una criada de la alta burguesía catalana acostumbrada a guardar los secretos de la familia.

Ni Oroveso, alcalde y padre de Norma, ni nadie en el poblet se enteran de nada, tan ocupados como estaban en llenarlo todo de lazos amarillos, parar los camiones de naranjas valencianas en la frontera y bailar sardanas en la plaza del pueblo en los ratos libres. 

El caso es que Pollione, tan voluble el,  se cansa de la Norma, de sus hijos y de la vida marital que tanto defendía, y pone el ojo en la compi y pupila de Norma, que digo yo que ya podía haberse buscado algo menos complicado.

Y la pobre Adalgisa, que debía haber estudiado en el internado de Monserrat de la época, harta de cambiar el florero del monumento de  Companys,  el Dios de los indepes, en cuanto Pollione le propone irse con él a vivir la vida loca a Roma, pues como que no puede resistirse, se quita el uniforme de estreñida, manda a la mierda los claveles de Sant Jordi y acepta. 

Pero necesita contarlo (¿Por qué las mujeres siempre necesitan contarlo todo?) y ¿a quién elije? Pues a su maestra y amiga Norma. Quien le comprende y perdona  cuando le cuenta sus arrebatos hormonales que no son otros que los suyos propios, hasta que la curiosidad mato al gato, la gata en este caso, le pregunta el nombre del zagal y se descubre el pastel.

A Norma  se le torna la color de blanco al rojo pasando a un verdoso ira, sintiendo el peso de la cornamenta sobre sus hombros y despertándose en ella un deseo insaciable de venganza.

Y ya sabemos cual es la mejor manera de herir a un padre. Así que decide matar a sus hijos. Así. Matarlos a cuchilladas como a gorrinos, y después matarse ella y evitar de paso que se conviertan en proscritos por ser hijos de guardia civil entre los indepes o renegados en la metrópolis de su padre. Pero le tiembla la mano porque es una tierna en el fondo y la Cloti, como siempre, al quite.

Adalgisa le dice que no se preocupe Que ella no sabía lo suyo con Pollione y que siendo así, se acabó lo que se daba. Que vuelve con sus floreros al monumento de Company y se reconcilia con Norma en plan amiguis para siempre.

Pero Pollione, que no entiende eso de NO ES NO, le dice a Adalgisa que o se viene con él o la rapta.   Y como es un torpe y un patán, (recuerdo que tiene carnet de VOX), la caga, lo pillan y lo llevan ante Norma. 

En fin, que entre tanto, los indepes, erre que erre, que quieren guerra, que muerte a los romanos, que abajo el estado opresor… y Norma que hasta ahora siempre había abogado por pazyamor como una Yoko Ono celta, retrasmitiendo mensajes de su Dios  en plan la vidente del Escorial, ve ahora su oportunidad de vengarse y va y dice que lo que Irminsul, su Dios, quiere, es que corra la sangre de los romanos; y a Pollione que o se las pira y las deja en paz a ella y a Adalgisa o los manda a la hoguera a los dos. 

El farruco de Pollione dice que ni hablar del peluquín, que él no es un cobarde, que no faltaba más, que no se va, que está dispuesto a morir pero que no descubra a Adalgisa y cuando parece que Norma va a delatarla, termina declarándose culpable ella misma ante los ojos estupefactos de todos los presentes. Que no se lo pueden de creer.  Que fíjate tú, que vaya con la mosquita muerta, que qué engañados nos tenía….

Y como el pueblo siempre quiere sangre, de los unos, de los otros o de los dos,  Norma se  ofrece acompañar a Pollione como víctimas para el sacrificio ritual y solo le pide a su padre Oroveso que cuide de sus hijos.

Y así termina, con Norma  y un Pollione arrepentido por no haber sabido apreciar a la gran mujer que ahora pierde, camino de la hoguera pero felices. Al abuelo destrozado por su hija y con dos nietos charnegos. En cuanto Adalgisa,  pues supongo que seguirá colocando flores en el altar de Lluis Company pensando en la vida loca de Roma que nunca pudo conocer. 

Y ¿el resto?, pues del resto, ya sabemos que vino después: Las guerras de las Galias.


Comentarios

  1. Divertido relato, hay que reconocer que sabes contemporizar y que no te falta imaginación. 🤣🤣🤣

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