Flor de nieu o gusano rechoncho


Hace 7000 años, en pleno Neolítico, a 2.200 metros de altitud en Ordesa, un pastor utilizaba este abrigo como refugio para él y su rebaño con el que subía, año tras año, para aprovechar los pastos del verano, como siguió haciéndose ininterrumpidamente durante miles de años después, hasta que se convirtió en Parque Nacional. Pintaba a la luz del atardecer, con una argamasa rojiza a base de  piedra molida  y grasa, las Pinturas Rupestres más altas de Europa y cuyo significado hoy se escapa a nuestro entendimiento.

7000 años después, un descendiente suyo dispara su Cannon con frenesí en la tarea imposible de congelar la belleza inabordable/inasible del paisaje.

La mirada no ha cambiado: hay algo casi sagrado y mágico que  se palpa y se respira en cada revuelta del camino, en las piedras, en la flor de nieu que brota entre ellas, en las cascadas, en las panorámicas infinitas. Una explosión de colores y de olores que emborracha los sentidos: un orgasmo multisensorial. 


Ni siquiera la multitud de senderistas pueden nublar la magia del momento. Y por un instante, mi mirada es la mirada de 300 generaciones que han admirado las mismas vistas con la emoción a flor de piel y los pelos como escarpias.

Si los dioses antiguos habitaron alguna vez la tierra, antes de su caída y que la abandonaran hastiados y derrotados, tuvo que ser aquí, en el lugar donde el hombre se siente tan pequeño y tan enorme a la vez, diluído en un todo, hermoso y amable a veces, despiadado e implacable otras.

Quisiera que el momento nunca acabase y, como en la leyenda, pedirle a los dioses antiguos abandonar el firmamento luminoso de la ciudad y, bañado por el manto blanco de la nieve,  convertirme en flor de pétalos color de luna, en lo más alto de la montaña


Pero  los dioses antiguos, siempre crueles, se ríen de mí y en lugar de eso, acabo retorciéndome como un gusano rechoncho y torpe atrapado en una grieta, dolorido y cansado, entre las risas de mis compañeros..

Abajo se divisa ya el parking a lo lejos y un sarrio burlón y solitario parece decirme. ¡Vuelve a tu sitio, atontao!


Y ahora mientras escribo esto,  aún sigo preguntándome ... ¿cuál es mi sitio?

Y es que esta maldita mutación parece interminable.

Comentarios

  1. Bravo, has conseguido plasmar con palabras la inmensidad de ese paisaje����

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  2. Has conseguido plasmar la inmensidsd del paisaje👏👏

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