La España vaciada: Un día agridulce.

Como  el conejo de Alicia,  I´m late!  (Tal vez sea tarde para todos).

La manifestación partía a las 12:00  de la plaza de Colón, pero no es difícil seguir la pista si no pierdes de vista las personas que continúan incorporándose con sus carteles y  banderas y sigues el sonido de tambores y dulzaineros hasta alcanzar la cola de la manifestación.

Los servicios de limpieza de la comunidad de Madrid marchan ahí, como en una procesión de Semana Santa, pegados a los manifestantes. Han comenzado ya su trabajo de forma eficaz, recogiéndolo todo, ajenos e inmunes a lo que ocurre y en general a las grandes concentraciones que, mes si mes también, tienen lugar entre Cibeles y la fuente de Neptuno.

Hay mucha gente de todas partes, desde Asturias a Jaén y desde Zamora y León a Guadalajara. También de Burgos y del Pirineo navarro, pero sobre todo de Soria y Teruel.  De Huesca pude ver muchos autobuses en el área de servicio de la autovía, tantos que me sorprendieron hasta que me percaté de sus bufandas y camisetas  del Huesca que jugaba por la tarde en el Bernabeu.  Hubiese sido una buena excusa para ir a Madrid y participar en la manifestación, pero, yo al menos, no los ví y eso que su propia Diputación ha calificado la despoblación como el mayor problema al que se enfrenta en estos momentos la provincia.   Seguramente, como dice un amigo, somos dos en la procesión y uno por cada acera

Se respira buen ambiente, casi  festivo, con grupos bailando, diaples de cara pintada con cuernos,  vestidos de rojo, tambores, dulzainas, globos de colores y pancartas reivindicativas de todos los tamaños,  algunas con su puntito de humor como la que decía "venimos a coger cobertura",  o la de Soria " España nos necesita, sin sorianos no hay torreznos". 

Pero, sobre todo, llama la atención la ausencia de siglas de partidos, que hace que la protesta se reafirme como una protesta ciudadana, reivindicando servicios e infraestructuras y un derecho a una vida rural digna. Y eso está bien. Muy bien.

Los discursos, emotivos. La canción de la Ronda de Boltaña, "Aquí me quiero quedar", entonada como el himno de la manifestación, menciones, agradecimientos y aplauso final.

Hay turistas y algún madrileño (los menos, supongo que hartos de manifestaciones multitudinarias) que observan como quien asiste a un espectáculo pintoresco.

No me imagino mirando así a los chalecos amarillos en Paris. Igual es lo que falta aquí: cierto puntito belicoso que a veces parecemos escapados de un festival  folky,  ¡coño!.

La gente comienza a dispersarse y Madrid a recobrar la normalidad: pronto parece que nada ha ocurrido y a otra cosa mariposa.

Ya en el metro, la gente de Madrid parece  arrastrar su propia carga de tristeza y desencanto. Hay un señor que recorre los vagones cantando un corrido, con una guitarra que suena extrañamente triste sin que nadie parezca escucharlo y pienso que sería  un buen fondo musical para lo que se nos avecina en estos días pre-electorales,  con políticos de camisa remangada  susurrando a vacas impolutas,  sacadas de un anuncio de chocolates Milka y disfrutando como niños a bordo de un tractor  (de cualquier color,  menos amarillo ¡por Dios! que podría dar lugar a malas interpretaciones) y coreando su letanía de promesas  de AVES y autovías  a diestro y siniestro,  polígonos e inversiones que terminarán como hojas muertas,  esparcidas y olvidadas por todo el territorio de lo que se  da en llamar el resto de España, en busca de los 99 escaños perdidos y tan necesarios ahora para gobernar.

Ojala el 31 de Marzo sea el día en que algo comenzó a cambiar. Habrá que esperar y no perder la esperanza.

 Arriba, en la calle, junto a la boca de metro, una pancarta de "Teruel existe" reposa solitaria y olvidada junto a una papelera. Un mal augurio.