Con un cencerro en el corazón


Todo el mundo tiene lugares donde resetearse. Puntos de referencia a los que uno siempre termina volviendo y cuando se ha nacido en un pueblo, éste es uno de esos sitios donde una y otra vez se regresa para recargar pilas como el gigante Anteo  cada vez que lo derribaban y su espalda contactaba con su madre Gea


En realidad, Mi pueblo es ya solo un recuerdo que solo pervive en mi memoria (idealizado) y del que no quedan ni los huesos. Ahora es el pueblo de otros con otros sonidos y otras vivencias que bien pudiera presentarse a conseguir un buen puesto en uno de esos premios de Facebook por ejemplo al pueblo con  más rincones con encanto pedidos. Uno a uno han ido desapareciendo como postales que se desvanece en el tiempo, desde la gigantesca acacia del postigo, al portal de la plaza de la iglesia, el paseo del río molinico ahora soterrado, el mirador del castillo al que se cargaron por no ser lo suficientemente antiguo y hasta el mismo castillo convertido ya en otra cosa.

Mi pueblo. Ese sitio del que un día sentí la necesidad de escapar y al que ahora vuelvo de vez en cuando buscando  no sé el que, quizás  la parte de mí que se quedó en el camino.

Y aun así, hay cierta magia que recorre los rincones, como un viento fresco que susurra a  quien quiera escucharlo, sonidos que dan cuerda al mundo (a mi mundo) como la campanilla de los auroros al amanecer seguida de sus voces potentes escuchadas arrebujado en mi cama, entre  ladridos de perros y algún canto del gallo que parece salido de otra época ahora lejana, el sonido de la charanga del bocho y el de los cencerros de la manada en el encierro corriendo azuzada por  la vara del pastor golpeando contra el suelo o el lomo de los mansos

Sonidos que se entremezclan con otros nuevos como el felpudas sound festival o la batukada a la eché de menos este año, el grupo de rancheras o el de gaiteros; todos ellos surgidos entre la propia gente del pueblo  y que hace que perviva el mismo ambiente alegre y acogedor de siempre.

Y cuando uno vuelve a su pueblo termina irremediablemente haciendo cosas absurdas que solo se hacen en los pueblos y que nadie más que los de pueblo podemos entender(que no explicar, porque hay cosas que son inexplicables), como almorzar pochas tras una noche “remojada”, hacer congas en la verbena de la plaza a ritmo del ultimo o antepenúltimo éxito del verano, colocarse un gorro en la cabeza o repetir la experiencia (casi mística) de empujarse hasta la extenuación en el recorrido del bocho a ritmo machacón de la charanga

Sonidos que son como la puesta a punto del relojero sobre un viejo reloj para que pueda seguir marcando las horas día tras día.

Y queda la familia (un tumulto de primos a mitad de camino entre una familia gitana y una familia siciliana) y quedan los amigos de siempre, los que saben hasta lo lejos que puedes alcanzar a mear, Las Personas con las que has crecido, has llorado, has reído, las que no sabes nada de ti y creen saberlo todo. Ese ente extraño llamado peña, híbrido entre una banda de quinquilleros y una sociedad gastronómica a veces difícil pero casi siempre fácil que marca mi existencia de por vida  Personas diferentes conviviendo y compartiendo estrechamente y que bien pudiera ser todo un ejemplo en estos tiempos convulsos que corren marcados por banderolas, lazos amarillos y mensajes de odio y de exclusión al otro.
Peña El cencerro. Marcilla 2018

Desde la torre de la iglesia de Mi pueblo suenan los cuartos, las medias y las en punto de cualquier hora. Ya de vuelta a Zaragoza, una ambulancia anónima silencia el grillo que canta en mi balcón esperando el fin del verano, mientras retumba un cencerro en mi cabeza y siento la vara de un pastor invisible sobre mi lomo esperando que corra más y más aprisa hacia ninguna parte.



Comentarios

  1. Entiendo tu sentimiento de nostalgia. A mi me pasa cuando me marcho y regreso. Es impresionante el cambio. Pero me pregunto sino somos nosotros quienes estamos cambiando. Me vuelvo nostalgia cuando regreso y no veo aquellos lugares que de adolescente me hicieron sentir, reir, bruncar....etc. Es todo tan raro. En fin, me alegro que continues con tu prosa. Una vez más haces engancharnos a ese tren de tus sueños. Abrazos.

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