Ellos, los otros

Ellos, los otros, cuyos sueños no son ni a corto, ni a largo plazo, sino a mañana, y a que uno los mire y sean de uno, y que unos dejemos de tratarlos como otros para ser nosotros.

Pablo Ruiz Aguirre.


Ellos son los otros aunque pocos los conocen. Los que quieren vivir, no solo sobrevivir, y se levantan cada mañana con la esperanza que tu mirada no les etiquete como los otros para poder ser nosotros

Hablamos de Ellos, los otros, diluyendo sus realidades en sustantivos colectivos y abstractos, borrando sus nombres y sus historias, mientras Internet arde en una histeria colectiva con el anuncio de quiebra del sistema, pérdida de identidad nacional, generalizando bulos y medias verdades que corren como una enfermedad contagiosa a base de compartir y likes sembrando el miedo a los Otros. De nuevo ellos, los Otros.

Ellos, los Otros, los que acuden a recoger la leche cuasi caducada del banco de alimentos en un mercedes de lujo (¡¿?!), Ellos los que cobran dos veces el salario interprofesional de cualquier currito hispano (más de 2.000 €) por simplemente estar ahí (¡¿?!), los que impondrán el hiyab a nuestras hijas y convertirán en guerreros del Islam a nuestros hijos (¡¿?!). Ellos terroristas durmientes que harán saltar por los aires los cimientos de nuestra sacrosanta sociedad(¡¿?!).

No pienso aburrir con datos, si alguien tiene interés, hay en internet estadísticas y datos que explican que las ayudas sociales como a vivienda o la RGI (Renta de Garantía de ingresos) no dan prioridad en ningún caso a los emigrantes (ningún tipo de ayuda lo hace) o encontrarse con la sorpresa de que lo que aportan al sistema la población emigrante es mayor que las ayudas que reciben.

Desde mi diario 2.0, hoy quiero poner cara  a algunos de ellos, de los que conviven  en mi propio espacio a menos de 500 metros de mi casa en un barrio junto al Ebro compartiendo esperanzas y decepciones. Del lado dramático del asunto, ya se encargan otros todos los días.



Huang y Xia bien pudieran ser una pareja relacionada con la Triada china. Quizás con el tráfico de órganos, pero mientras afilan sus cuchillos en la trastienda para arrancarnos los higadillos, nos engordan como a tocinos a base de cacahuetes, jarras heladas de cerveza e incluso últimamente, entre sus especialidades de Thai food algún que otro taquito de jamón y torrezno de Soria.


Nicoleta, es una rumana fuerte, grandota y ya abuela, superviviente de la Rumania de Chaushesku con un español macarrónico, ha cuidado a la amiga de mi hija desde siempre y es casi como de la familia. Me facilitó la receta de Sarmelé con quien sabe que oscuras intenciones y cuando la veo por las mañanas camino del trabajo, siempre corriendo, me saluda agitando la mano en alto y una enorme sonrisa que contagia optimismo y diluye mi mal careto de los lunes.

Johan y Adela son una pareja de las que llaman mixta, Johan llegó desde Ecuador, quien sabe si esconde en su trastero un maletín lleno de coca o si es especialista en hacer la corbata colombiana pero tras reinventarse a sí mismo varias veces ha pasado de pastor en los duros inviernos de la estepa aragonesa a servirnos cocteles y Gin Tonic en su terraza con un arte tal que bien pudiese considerarse un atentado contra nuestra bendita sangría y el tinto de verano.



Valentina es argentina. Regenta con su marido una pastelería-panadería-cafetería donde entre otras cosas, descubrimos el mejor  roscón de reyes de Zaragoza y aunque intentan colarnos su dulce de leche, yo me sigo resistiendo y siempre vuelvo a mi chocolate con churros de toda la vida. Durante mi época como miembro del AMPA del cole, ella siempre aparecía con una bandeja de pequeños croasanes recién hechos para todos, en agradecimiento, decía ella, cuando los agradecidos éramos nosotros. 


Mihai, tiene un peligroso taller de reparación de zapatos, cinturones...Se le ve trabajador y concienzudo y estudia cada reparación como si de una restauración de arte se tratase. A mí me apañó el cinturón de canicross de Nala recosiendo un pequeño bolso para el móvil y las llaves y ni siquiera me cobró por ello aunque estoy seguro que pretendía algo terrible y que tal vez colocase un chip en la cremallera para espiarnos a Nala y a mí en nuestros recorridos por el Ebro.
  
Podría hablar de los compañeros de colegio de mis hijos, de sus padres. De Mohamed y su mujer que regentan una tienda de ropa y zapatos quien sabe si para para ocultar una célula yihadista tras la oferta de vaqueros a 10€ o de la pastelería marroquí que inunda de olores nuevos la acera de mi calle y de muchos más. Tantos, que no cabrían en este Blog.

Yo ya he aprendido a mirarles a los ojos y a reconocer en ellos mis propias preocupaciones y esperanzas  porque al fin y al cabo todos buscamos lo mismo: seguir adelante con nuestras pequeñas vidas de barrio que ya son de por si lo suficientemente complicadas como para que otros (estos si, los otros, los defensores de los valores inamovibles) nos vengan jodiendo con  problemas que solo existen en sus retorcidas cabezotas.         

Comentarios

  1. Me gusta la humanidad que desprende tu escrito. Asi deberia ser, asi sera en la mayoria de los casos, pero en cuanto conocemos de algun caso que nos parece que se aprovecha "del sistema" ponermos el grito en el cielo y tendemos a generalizar. En realidad tambien entre nosotros se daran casos similares, pero como tu dices, los vemos como "los otros". Es una muy bonita leccion. Gracias¡

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