Febrero

Avanza Febrero empujado por el cierzo cerrando parques y arremolinando sentimientos entre las últimas hojas muertas del invierno.

Mi parque no se cierra. En mi ritual diario recojo el zurullo diario de Nala , escucho la cagada diaria de Trump y el canto diario y solitario del pájaro que da cuerda al mundo.

El dragón de la ciudad se despereza entre los frenazos del bus urbano mientras gente embutida en sus uniformes invernales de gorros y bufandas cruza el parque con las manos en los bolsillos y sus pequeñas o grandes decisiones aplazadas un día más.

Esta tierra de cabezas cortadas, desde su escudo, a los santos que venera: el de san Valero en su relicario de plata, retrato a su vez del papa Luna cuyo cráneo fue decapitado y robado. Santa Engracia con su clavo en la cabeza. O el propio san Jorge también decapitado.

Esta tierra donde las  cabezas parlantes ruedan por los caminos con voz lastimera pidiendo confesión. Algo querrá decir de quienes habitamos en ella.

Dicen que cuando aparece la muerte en nuestros sueños en forma de cabezas arrancadas de sus cuerpos, significa un gran temor a perder el control y la cordura y lo sueñan a menudo las personas demasiado racionales y con demasiados sentimientos reprimidos.

Avanza Febrero, empujado por el cierzo, arremolinando las cabezas cortadas parlanchinas de los sueños que ruedan como ontinas solitarias por caminos sin destino.

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