One sad history at the bloody moon
Hay días grises que uno preferiría olvidar. Días en que la realidad se tiñe de apatía y en los que hagamos lo que hagamos, nada puede hacer que te sientas plenamente satisfecho. Días en los que, como decía Leo en la flor de mi secreto , menos beber, todo me resulta difícil. Y bebes para olvidar; bebes para celebrar; y si nada pasa, bebes para hacer que algo pase. Días en los que terminas acudiendo al altar de tus recuerdos, aunque la memoria es traicionera y el tiempo difumina, cuando no borra los malos y endulza hasta el empalago los buenos, nublándote la cabeza y entonces llega la nostalgia por una inocencia perdida que ya no se puede recuperar. Ya no hay risas, ni infancia, ya no hay abrazos, ni besos. Solo el silencio y un profundo sentimiento de soledad. Y perdido, sin rumbo como vaca sin cencerro, tienes que ir apañándotelas sólo porque la vida pasa, y la vida te jode y las personas que te rodean te molestan y te joden más. Persigues algo irreal, una ficción mimada y co