La última cerveza

Apuramos el tiempo antes del cierre, en la terraza de un bar de mi barrio, pidiendo la última mientras el ángel exterminador, transmutado en coche de policía  municipal, recorre el paseo peatonal del parque,  presionando  con su sola  presencia a los camareros que , nerviosos, comienzan a recoger las mesas  temiendo  que el castigo divino de una multa caiga sobre sus cabezas ... como si los pobres condenados no tuviesen bastante ya con el peso de sus licencias, IVAS y  protocolos improvisados.

Cada sorbo de esa última cerveza supone una sutil resistencia. Ahora les ha dado por llamarla Resilencia: esa capacidad que tiene el ser humano para sobreponerse a circunstancias adversas en su existencia. Yo prefiero llamarla Resistencia.

Ojalá todo acabe pronto...Me temo que no lo hará sin dejar cicatrices: esto no nos ha hecho mejores.



Sólo somos un puñado de vidas devastadas por este parón siniestro, que se aferran  a su cotidianidad en tiempos de devastación económica y moral, agravada por la amenaza invisible  de un virus que nos enferma y mata y hacemos  lo único que sabemos hacer o, tal vez, lo único que podemos hacer : seguir viviendo llenando terrazas,   supermercados y parques, llorando las pérdidas, sobreviviendo a la crisis, al paro y a la distancia de los nuestros,  entre banderas en los balcones  y "se traspasa" en los locales.

Yo soy parte de esa gente a la que se culpa de todo: culpable  de la crisis por vivir  por encima de sus posibilidades, culpable ahora de los rebrotes.  Gente dispar que día a día da cuerda a la maquinaria de este mundo frágil. Cansada de  regañinas y prohibiciones, con sus propios temores y deseos,  librando sus propias batallas enfrentada al espejo de los días.

Metedme a mí también en ese saco y dejadme a mí y a los míos, con mi felicidad insignificante, tomarme la última cerveza, antes del toque de queda, mientras la noche cuajada de luces navideñas se llena del sonido metálico de un altavoz recordando la obligatoriedad de mantener la distancia de seguridad.


Iluminación del Paseo Independencia de Zaragoza del arquitecto Sergio Sebastián Homenaje a todas
 las personas ausentes que no podrán estar esta Navidad.



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