Summertime

Olite: campos de Girasoles
Es tiempo de rozaduras de chancletas. Tiempo de encerrarse a oscuras mientras el Sol araña la persiana y tú lees un artículo sobre qué pasará con el Sol cuando choquen Andrómeda y la Vía Láctea, dentro de unos 6.000 millones de años.

En realidad  nos da un poco igual  ya que, para entonces, habrá llegado un punto en el que Sol emitirá tanta energía que toda el agua de nuestro planeta se evaporará, haciendo imposible la vida  y, en unos cuantos millones de años más, se expandirá hasta la órbita de Marte absorbiendo a nuestra Tierra  en su material incandescente.

Pero para eso falta mucho  y el mundo no acabará próximamente, por lo menos no por culpa del Sol.


Mientras tanto, los termómetros marcan más de 40 grados en esta Zaragoza de extremos, a modo de pequeño ensayo general, mientras llega el gran momento.

En el parking de al lado de casa, siempre completo, quedan plazas de sobra, solo que no queda nadie a quien invitar a cenar para que las ocupen y en tu terraza preferida la cerveza terminará irremediablemente caliente, aunque te la sirvan en jarra helada y con granizado de limón.

Los buses urbanos reducen frecuencia y llegas tarde a la oficina,  donde te encuentras solo en un círculo de casi 10 metros, como si fueses un infectado en un centro de aislamiento, porque tus compañeros se han marchado de viajes y cruceros increíbles  mientras tú has descubierto, que tal vez, hasta los bocatas de los viernes han sido un lujo que estaba por encima de tus posibilidades.


El ayuntamiento, como todos los años, comienza la temida operación asfalto convirtiendo la ciudad en un queso gruyere. Un laberinto de cables y tuberías descarnadas, como un enfermo con las entrañas esparcidas por la mesa de un  quirófano.

Hasta Nala anda la pobre de aquí para allí, bajo su manto peludo, mirándome con ojos de pena,  jadeante, con un palmo de lengua que casi le llega hasta el suelo, pidiéndote permiso para esconderse bajo la cama, buscando algún resto del frescor olvidado de esos días de primavera que en Ciudad Cierzo pasa siempre rápida, como de puntillas, entre un invierno helado y un verano sofocante.

Este verano es un poco diferente y, en lugar de la noticia de una mama panda en algún zoo de cualquier ciudad,  la primera página de los periódicos la ocupan los jóvenes cachorros de la derecha (no de pandas, aunque..¡Vaya panda!), dándose empujones por sacarse el selfie junto a los Guardia Civiles al lado de la valla de Ceuta.

La panda : Casado (PP), Rivera (ciudadanos) y Abascal (VOX). junto a la valla de Ceuta
Y sin embargo, pese a todo, Agosto huele a fiesta de pueblo y a excesos; a albahaca y a espliego; sabe a paella compartida y suena a risas,  a campanilla de auroros y a cencerros de vaquillas.

Olite: campos de lavanda
Agosto es tiempo de noches estrelladas y de atardeceres imposibles. Tiempo de girasoles que un año más, realizan su ofrenda al sol. Es tiempo de verano que  ofrece momentos irrepetibles. Basta sólo con apagar el aire acondicionado y salir a buscarlos.

Pantano de la Sotonera

Comentarios

  1. Ya me jode ser tan reiterativo, pero tienes un don: hacer que nos sumerjamos en cualquiera de los temas que tratas. Otra vez lo has.vonseguido👏

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